«Nadie se atrevía a pasar por aquel camino»
Am 5, 14-15. 21-24; Sal 49; Mt 8, 28-34.
¿Por qué Jesús pasa por ese camino?
Jesús se acerca a zonas donde están los disfuncionales sociales, los violentos, los sucios que salen del cementerio… Y se deja encontrar, cuestionar, deja que le reclamen, y entonces escucha y atiende.
En esos endemoniados estamos representados todos nosotros. Tenemos muchos defectos que nos hacen desagradables, disfuncionales; estamos llenos de ira, miedo, amargura; sucios por dentro, pero Jesús siempre está cerca, pasa por los caminos que nadie más se atreve a recorrer buscándonos para regresarnos a la casa paterna. A Jesús le importamos todos y todo lo nuestro; por eso se acerca. No le importa que reclamemos o nos quejemos, él se encarga de hacer lo necesario para nuestro bien pleno.
Te damos gracias Hijo de Dios, por estar cerca de nosotros, por quedarte en la Eucaristía, por esperarnos con paciencia, porque no te alejas ante nuestros pecados. Danos un corazón como el tuyo para ver a los demás como “iguales”, no desde la soberbia. Madre Santísima: ayúdame a reconocer y a tratar a todos con los que me encuentre hoy como hijos de Dios; a tolerar sus errores con paciencia y con una sonrisa.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Carmen Elisa Arteaga Solís
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