Jesús es el Siervo Sufriente del Señor. Los que lo conocen de verdad no se hacen falsas ilusiones sobre él.
Les proporciona el Maestro a los doce plena divulgación. Es que no quiere que se hagan ellos falsas ilusiones sobre el costo de ser apóstol. Precisamente, los llama amigos, pues les da a conocer todo lo que oye a su Padre decir (Jn 15, 15). Y su Padre le dice que él, su Hijo amado, es su preferido, su predilecto (Mc 1, 11; Lc 3, 22).
Se le da a entender a Jesús, sí, que él es el Siervo Sufriente (Is 42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-7; 52, 13 – 53, 12). Y, por tanto, como amigo, mejor que Jonatán, que era más fiel a David que a su propio padre (1 Sam 20), no lo esconde él a sus amigos.
No, no quiere Jesús que sus amigos alberguen ilusiones sobre él. Y no solo quiere que las creencias que tienen ellos correspondan a la realidad. Es que busca también que a él lo sigan ellos según las creencias correctas que él les da. Es decir, han de entender que, si el mundo los odia, es que el mundo lo odia primero (Jn 15, 18). Así se les presenta la oportunidad de mostrarse amigos veraces mientras se hacen dignos de él.
Ilusiones que engañan; ilusiones que despiertan esperanza
Ser digno de Jesús quiere decir seguirlo más que a los parientes. Significa también cargarse uno con su cruz, y seguirlo. Se nos plantea este reto, pues con frecuencia, hacer algún bien provoca confictos (SV.ES I:143). Jesús mismo pierde su vida por optar por los pobres y los desposeídos de poder. La cruz se hace suya, por denunciar él la injusticia, el egoísmo y la codicia. Y hace frente también a los poderosos. Sí, estar con los crucificados quiere decir acabarse uno crucificado.
Y, lamentablemente, son los parientes a veces quienes hacen sufrir al que promueve los valores del Evangelio. No, los intereses familiares no valen más que el reino de Dios y su justicia.
Se engañan, por tanto, los discípulos que quieren ser servidos y se buscan los puestos de poder. Pues, no así lo hace Jesús ni debe ser así entre los suyos. En cambio, las ilusiones que suscitan la esperanza de una sociedad más justa, humana y solidaria son las de servir. Y de entregar el cuerpo y derramar la sangre por los demás. Pero no se llega a tal heroísmo si no se prepara para él con dar solo un vaso de agua fresca a uno de los pequeños.
Señor Jesús, concédenos a los bautizados en tu muerte andar en una vida nueva. Que nos sea más que ilusiones nuestro deseo de seguirte. Haz que seamos como tú; a ti nadie supera en la generosidad, como nos lo da a entender el profeta Eliseo.
28 Junio 2020
13º Domingo de T. O. (A)
2 Re 4, 8-11. 14-16a; Rom 6, 3-4. 8-11; Mt 10, 37-42
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