“El Señor es compasivo y misericordioso…”
Deut 7, 6-11; Sal 102; 1 Jn 4, 7-16; Mt 11, 25-30.
“Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”.
¿Quién no recuerda el hermoso relato Guadalupano: “Mucho te ruego, Señora mía, mi Reina, mi Virgencita, que ojalá a alguno de los ilustres nobles, que sea conocido, respetado, honrado, a él le concedas que se haga cargo de tu venerable preciosa palabra para que sea creído. Porque yo en verdad no valgo nada, soy mecapal, soy cacaxtle, soy cola, soy ala, no es mi paso allá donde te dignas enviarme”. Es un relato que hace vida el evangelio. Cuando el Señor se refiere a lo pequeño, nos habla de humildad, de sabios pero humildes, no de grandes acontecimientos majestuosos, no de soberbia, no de arrogancia, sino del amor puro que nace del Padre y el Hijo, quien nos ha enseñado y revelado lo que verdaderamente significa estar en comunión.
Revisemos las cosas pequeñas que a diario vivimos, experimentamos y vemos; compartamos la experiencia de vivir o sentir al Señor en lo pequeño.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
0 comentarios