“Siempre me cuidará el Señor…”
1 Re 17, 1-6; Sal 120; Mt 5, 1-12.
En una ocasión, estando yo con un grupo de catequistas, les decía lo importante que son para nuestra vida las Bienaventuranzas. Entonces, queriendo leerles el texto, busqué en mi Biblia; yo sabia que estaba en Mateo 5, pero por arte de descuido, no pude encontrar el texto de las bienaventuranzas. Mis compañeros, al ver que yo no encontraba la cita, la encontraron… y bueno, esa tarde la llamé la tarde de risas y bromas, porque no dejaban de bromear conmigo.
Jesús nos revela en las Bienaventuranzas lo que es más importante en la vida de un seguidor, lo más esencial en la vida de un discípulo. En el Sermón de la Montaña Jesús nos invita a revisar nuestra propia vida y actitudes, y nos regala un camino de santidad; porque la santidad es nuestro ser, nuestra vocación, nuestra grandeza y nuestra perfección.
Tengamos cuidado, no vaya ser que por arte de descuido (como una servidora), perdamos de vista no solo el texto, sino, peor aún, el rumbo para vivir según Jesucristo.
Miremos alto, hacia el sentido pleno de nuestro ser y de nuestra misión; la santidad es el proyecto del amor de Dios para nuestra vida.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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