“En ti, Señor, tengo fijos mis ojos…”
2 Tim 1, 1-3. 6-12; Sal 122; Mc 12, 18-27.
Lo más importante del Evangelio de hoy, no es develar el misterio que se esconde detrás de la pregunta que le hacen a Jesús: Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Lo que importa a Jesús es denunciar que los saduceos, encerrados en la antigua Ley y sus creencias, estaban impidiendo que lo nuevo irrumpiera en sus vidas.
El Papa Francisco nos refiere que a veces olvidamos proclamar la alegría de la Buena Nueva con nuestra vida, y en vez de comuni- car el amor de Dios al mundo, mostramos caras de funeral, dejando mucho que desear con nuestras actitudes. Corremos el riesgo de hacer preguntas equívocas y hacernos un
Dios a nuestra medida, escuchando lo que queremos oir y poniendo obstáculos, como los saduceos, para comprender el verdadero mensaje de Jesus.
¡Está claro! Dios no es el dios de los muertos, sino el Dios de los vivos.
Cuando llegue la resurrección de los muertos, ¿resucitarás para la vida o para la muerte?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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