“Tú eres Señor, nuestro Refugio…”
2 Pe 3, 12-15. 17-18; Sal 89; Mc 12, 13-17.
«¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme una moneda, que yo la vea…”. Jesús no se desentiende de las tareas de la tierra pero está atento siempre también a las del cielo, y con ello nos enseña a dar a cada cosa su verdadero lugar.
Seguramente nos enteramos del caso de Brunito, un pequeño que rezaba para recibir la donación de un riñón en Paraguay. Había traspasado fronteras con su gracia, su vitalidad y amor a Dios, cautivando a miles de personas, incluido el cantante Ricardo Montaner. Al morir Brunito, Montaner posteo en su facebook: “Hicimos muchos planes para ti, Brunito, pero Dios tenía uno mejor allá en los cielos, ahora ya no habrá transplantes ni tardanzas, ni caras largas, ni filas eternas, no habrá medicinas, ni dolor alguno.”
Bruno puso a Dios en primer lugar aún a su corta edad, puso a Dios en su corazón como su prioridad máxima. Jesús es muy claro, den al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios,
Cuando se valora ambas cosas, se puede respetar, convivir y compartir la vida con naturalidad. Si Dios es el Señor de nuestra vida, también las cosas del mundo ocuparán el lugar que les corresponde.
¿Tengo a Dios como prioridad en mi vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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