“Tú eres mi Dios y en ti confío. .”
2 Pe 1, 1-7; Sal 90; Mc 12, 1-12.
El mensaje de Dios entra en nuestra vida de diferentes maneras, por diferentes caminos. Dios siempre nos busca y sale a nuestro encuentro, nos ama tanto, que no duda en enviar a su Hijo para conquistarnos.
Dice el evangelio que después que preparó la tierra él mismo, la dio a unos trabajadores para que la hicieran producir, y se marchó al extranjero. A su debido tiempo, envió a un sirviente para pedir a los viñadores la parte de los frutos que le correspondía, pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo despacharon con las manos vacías, dominados por la ambición, la codicia y la sed de poder; de la misma manera maltrataron a otros mensajeros. Por último envió a su único hijo pensando que a Él no le harán daño, y en cambio, lo asesinaron.
Sin embargo, ¡Dios sigue de nuestro lado!, sigue bus- cándonos, mirándonos con misericordia e invitándonos nuevamente a ser parte de su viña, a dar frutos y compartirlos. Nos invita a reconocerlo, a dejarnos encontrar por Él, en medio de nuestra humanidad, que se ve continuamente acechada por el pecado y nos lleva a maltratarlo y golpearlo repetidas veces con nuestras actitudes y a cerrarle la viña de nuestro corazón.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Yolanda Elvira Guzmán Yeh, H.C.
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