“Vino sobre ellos el Espíritu Santo para que tuvieran paz”

Hech 19, 1-8; Sal 67; Jn 16, 29-33.

Hoy la primera lectura nos narra el viaje de San Pablo a Éfeso y su encuentro con los discípulos que allí había. Lo hermoso del pasaje es ver el proceso de trasformación de estos hombres después de que Pablo les impuso las manos y vino sobre ellos el Espíritu Santo. Es para nosotros una invitación a abrirnos al Espíritu y dejar que obre maravillas en nosotros y por medio de nosotros.

Todos nosotros, sin lugar a dudas, hemos experimentado situaciones que trastocan nuestra vida y nos colocan en la incomprensión, el malestar, los conflictos… Estos momentos nos muestran lo que es perder la paz. La pérdida de la paz se presenta cuando nos hace falta algo y comenzamos a llenarnos de preocupación, de angustia o de enojo.

Es posible vencer todas las incertidumbres y estar en paz cuando confiamos y buscamos a quien nos ha creado. La vida no se detiene y las contradicciones siguen, sin embargo, hay paz y ésta se multiplica, cuando la confianza va más allá que la adversidad. El cristiano sabe que Dios está con él, sabe que Dios actuará, sabe que confiando en Dios, experimentará la verdadera paz.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Elizabeth Sánchez Rangel, H.C.