”El que me ama, será amado por mi Padre…”

Hech 8, 5-8. 14-17; Sal 65; 1 Pedro 3, 15-18; Jn 14, 15-21.

La resurrección es de ayer y es de hoy y para hoy, eso es lo que nos dice la primera lectura cuando nos pide que glorifiquemos al Señor y estemos siempre dispuestos para dar razón de nuestra esperanza. Cristo dio la vida por nosotros, pero resucitó por el poder de Dios.

La iglesia nace volcada a la misión, y realiza su tarea misionera con la sencillez de la vida, haciendo el bien a todas las personas, dando a conocer la felicidad que experimenta en el camino de fidelidad, en todas las cosas encuentra la huella del Resucitado. Y si el sufrimiento llega, también será momento para dar razón de nuestra esperanza.

La misión de la iglesia se realiza bajo la acción del Espíritu Santo, quien dará testimonio de la obra del Padre y acompañará a la comunidad, no estará sola porque el Espíritu Santo le dará la vida.

También del Espíritu Santo hemos recibido el don de la comunión fraterna. El que me ama, guarda mis mandamientos…el que me ama será amado por mi Padre… Es en la comunidad cristiana, animada por el Espíritu, donde aprendemos a amar a nuestros hermanos y a vivir como la familia de los hijos de Dios que somos.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Elizabeth Sánchez Rangel, H.C.