“Yo soy la luz”
Hech 12, 24-13,5; Sal 66; Jn 12, 44-50.
En el mensaje de hoy Jesús pone al discípulo ante dos opciones de vida: podemos elegir creer y, en consecuencia, optar por el camino de la salvación, o podemos elegir no creer, lo que nos llevaría a vivir en las tinieblas. Aunque la respuesta de fe la vemos fácil y lógica, no creamos que sea la más frecuente. La cerrazón a la salvación nos lleva a rechazarla por la exigencia que ésta implica para nuestras comodidades. No es fácil trabajar por nuestra salvación, en el camino hay obstáculos que otros nos ponen y obstáculos que nosotros mismos nos ponemos, disfrazados de bien. Hay también ocasiones que nos acostumbramos a las tinieblas y no luchamos por salir de ellas.
Dice el dicho no hay mayor ciego que aquel que no quiere ver; que no sea así para nosotros, hagamos de nuestro encuentro con el Señor un camino de salvación, un camino iluminado por la presencia de Jesús. Creer es ponernos en marcha, en busca de nuestra salvación y, al mismo tiempo, en busca de la salvación para nuestro prójimo.
Jesús es la luz que despierta la fe de los hombres, ¿Qué tan en tinieblas se encuentra mi fe?, ¿Qué necesito que Jesús ilumine en mi vida?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Elizabeth Sánchez Rangel, H.C.
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