El pasado domingo de la Divina Misericordia (19 de abril), el p. Pedro Opeka, misionero paúl en Madagascar, celebró la eucaristía, como decenas de miles de sacerdotes católicos en todo el mundo, en las especiales condiciones a las que estamos sujetos por la pandemia del coronavirus. Y lo quiso hacer en el alto de Akamasoa donde, hace pocos meses, el papa Francisco celebró su encuentro con la comunidad local. Desde ella se abarca con la mirada toda la ciudad y el pueblo, aunque no podía acercarse masivamente a celebrar, asistió, de alguna manera, al sacrificio eucarístico que el p. Pedro celebró, pidiendo la misericordia divina y una pronta solución a la epidemia global.
Él mismo explica esta celebración, llena de simbolismo:
“En este lugar donde el Papa Francisco bendijo a los obreros y obreras de la Cantera de Akamasoa, celebré la Eucaristía. Pensé que, desde este lugar, toda la capital de Antananarivo iba a beneficiarse de la Santa Misa. Dios nos ayuda siempre, aunque nosotros no nos demos cuenta, porque estamos demasiado ocupados en el trabajo diario.
Algunos cristianos me vieron celebrar La Eucaristía y se acercaron en silencio; respetando la distancia, se han sentado en el suelo y así han participado con mucha humildad, fervor y alegría. Fue muy conmovedor.
Fuente: Facebook de Ana Soberón.
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