“¿Cuánto me darán para que se lo entregue?”
Is 50, 4-9; Sal 68; Mt 26, 14-25.
Cuestión de cuánto amas al maestro. María “derrochó” trescientas monedas de plata para ungir los pies de Jesús. Ahora Judas lo entrega por solamente treinta. Pone precio a la vida de su Maestro, a pesar de “haber comido del mismo plato” con él, haciendo referencia a la cercanía, a los momentos de intimidad vividos, a los signos y prodigios presenciados, y al parecer ¡no llegó a conocerlo, mucho menos a amarlo!
Esto nos recuerda que no somos auténticos discípulos por el sólo hecho de haber ido al catecismo, hacer la primera comunión e ir semanalmente a la santa misa. Todo esto es bueno, siempre que nos lleve a alimentar la relación con Jesús, nos ayude a conocerlo y amarlo cada vez más y, en consecuencia, nos lance al encuentro solidario con el hermano necesitado, sin protagonismos ni aplausos, sino porque en él reconocemos el rostro de Cristo y en él le amamos con pasión, amor gratuito y desinteresado.
En un mundo que pone precio a todo, incluso a la vida y dignidad de las personas, los que queremos ser auténticos discípulos de Cristo estamos llamados a ser, como María la de Betania, derrochadores de amor.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor María del Pilar Méndez Gallegos H.C.
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