Ez 37, 12-14; Sal 129; Rom 8, 8-11; Jn 11, 1-45.
“Yo soy la resurrección y la vida”
El último domingo de cuaresma nos apunta hacia la dirección en que la liturgia va caminando. Toda la vida de fe en la Iglesia está dirigida hacia la resurrección.
Este es uno de los pasajes que mejor descubren la humanidad de Jesús, en él se ofrece la imagen de Jesús entristecido por la muerte de un amigo.
La resurrección de Lázaro es el último de los signos con los cuales Jesús revela su ser de Hijo de Dios. Hoy se nos invita a leerlo desde la perspectiva de quien hace todo por salvar a un ser querido. Esa es la medida del evangelio, en este relato se nos ofrece un resumen de la vida de Jesús que quiere comunicar vida y lo hace venciendo a la muerte.
La resurrección de Lázaro es el signo que acredita a Jesús como enviado de Dios y fuente de vida eterna, nos lleva de la mano desde la incredulidad de los judíos, hasta la profesión de fe de Marta.
Este es el camino de la fe para cada uno de nosotros, que recorremos el sendero del dolor con la esperanza de encontrar a Jesús enternecido y ofreciéndonos la vida plena.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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