Ex 32, 7-14; Sal 105; Jn 5, 31-47.
“El Padre que me envió da testimonio de mí”
Jesús se encuentra defendiéndose de los ataques judíos que le intentan desacreditar. Así como en los juicios se requiere de testigos, así Jesús presenta los suyos, cinco testimonios que ofrecen veracidad a su proyecto: Juan el Bautista, las obras del mismo Jesús, el Padre Dios, las Sagradas Escrituras y por último Moisés, el gran patriarca hebreo. Estos testigos son infalibles, pues se trata de toda la verdadera tradición de Israel.
Hoy necesitamos una mirada profunda para testimoniar la vida de Jesús, pero sin duda tenemos de nuestra parte el valor de la gran comunidad que es la Iglesia, porque sabemos que cuando la Iglesia habla ennombre de Jesucristo, resplandecen en ella todos los testimonios que invitan a creer. No podemos ser una comunidad temerosa de que el mundo nos juzgue, sino abierta a servirlo desde lo más grande que tenemos, la fuerza de Jesús, el Señor. De ello depende que nuestro testimonio sea válido como lo ha sido en los siglos anteriores, todo lo que resplandece en Jesús nos ha sido dado por su Espíritu, es hora de que lo ofrezcamos también a los hombres y mujeres de este tiempo que no tienen horizontes ni razones para esperar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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