Is 7, 10-14; Sal 39; Hb 10, 4-10; Lc 1, 26-38.
“Concebirás y darás a luz un hijo”
Hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor, el acontecimiento que nos presenta es la encarnación de Dios en el vientre de María de Nazaret.
Esta celebración es un canto de alegría para todos, pero lo han de disfrutar de manera especial todos aquellos que experimentan el olvido por parte de las estructuras sociales, quienes se encuentran bajo el peso del dolor y el sufrimiento. El anuncio del ángel es insólito, se hace a una mujer sencilla, no a la hija del rey, se hace en la orilla geográfica de Israel, no en la maravillosa ciudad de Jerusalén.
Les invito a que este año nos detengamos a meditar el significado de esta solemnidad desde el anuncio del nombre: «Concebirás y darás a luz un hijo, al que le pondrás el nombre de Jesús».
Yoshua, como seguramente María y sus amigos llamaban a Jesús, significa:“Dios salva”. Esta es la gran alegría de la anunciación, se trata de aceptar que, en Cristo, la salvación de Dios se hace presente para nosotros. En medio de la vida de gente sencilla, de los descartados, ahí florece el tesoro de Dios, que es don universal de salvación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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