Is 65, 17-21; Sal 29; Jn 4, 43-54.
“Vete, tu hijo ya está sano”
En el primer signo de Jesús en Caná (las bodas de Caná) hubo una conversión, del agua en vino. En este, el segundo signo de Jesús en Caná, se opera otra conversión, de la incredulidad a la fe. El evangelio de san Juan no llama milagros sino signos a los gestos de Jesús que transforman la realidad, e insiste el evangelista, todos los signos son para suscitar la fe.
En este tiempo nuestro, en el que todo lo que tiene que ver con religión se confunde y se pervierte, cabe recuperar la figura del funcionario que se acerca a Jesús, es un modelo para nuestros tiempos, él se acerca movido por el sufrimiento y experimenta la vida.
Un vistazo más detenido a este fragmento del evangelio nos indicará los criterios con que se nos invita a construir nuestra fe. Todo lo verdaderamente importante es digno de recordarse, nos dice el evangelista que el personaje recuerda hasta la hora exacta: “ayer a la una de la tarde…”.
Nuestra fe no es una idea sino una constatación que nos invita a reconocer el momento exacto en el que Jesús se presenta a nosotros para ofrecernos vida, para creer que en él todo tiene sentido.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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