Os 6, 1-6; Sal 50; Lc 18, 9-14.
“El publicano regresó justificado, el fariseo no”
La clave de lectura de este pasaje la da el mismo evangelista, es importante tenerla en cuenta: «Después Jesús contó esta parábola para referirse a algunos que, confiando en sí mismos, se tenían por justos y despreciaban a los demás».
Estamos ante dos modos distintos de relacionarse con Dios: el que cumple rigurosamente la ley, pensando que así agrada a Dios y el que sabe que lo único que le pertenece es su pecado y se siente indigno siquiera de ser compadecido.
Está claro que para Jesús la vida no se reduce a cumplir expectativas, por mucha fuerza de ley que expresen. La vida no se hace de una vez y para siempre, ésa es una tentación que hay que superar para abrir paso a la sensación de irnos construyendo poco a poco en comunión.
Hay comunidades que se creen ya evangelizadas y que son incapaces de reconocer que hay realidades que solo vienen de Dios; el publicano de la parábola baja justificado porque se hizo consciente de que su humanidad está necesitada de perdón.
Este tiempo de Cuaresma es una constante invitación a sentirnos agradecidos por el don del perdón y a vivir a consciencia nuestra humanidad frágil.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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