2Sam 7, 4-5. 12-14; Sal 88; Rom 4, 13. 16-18; Lc 2, 41-51.
José protector de Jesús no con la fuerza sino con el amor
Apenas en el Adviento pasado se hizo popular la imagen de un Belén en el que la virgen María yacía recostada durmiendo junto al pesebre, mientras José contemplaba al niño en sus
brazos. No existe mejor imagen para describir lo que significa celebrar la solemnidad de san José.
En la persona de José puede contemplarse una de las más grandes aspiraciones del ser humano, verse animado a caminar en la fe desde la lógica de la donación. José representa a las personas que se abren a Dios y que reciben de él la fuerza y la gracia. Al mirarlo cuidando del niño en el portal de Belén, recuperamos una imagen mucho más activa de quien acompañó la infancia de Jesús, su protección y la fortaleza del cuidado que, nos dice el evangelio, no fue solo maternal.
Con el paso del tiempo, Jesús habrá de afrontar su existencia en consonancia con la vida divina que emana de él, pero no creemos que la impronta de José haya pasado desapercibida. Hoy necesitamos también esa misma protección paternal, amorosa, para vivir con mayor deseo de humanidad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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