Dt 4, 1. 5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19.
La grandeza de cumplir la ley de Jesús, amar
Qué diferente se saborea la Escritura cuando se lee desde la perspectiva correcta. Al leer el Antiguo Testamento en nuestro tiempo, puede tenerse la sensación de extrañeza por muchas cosas que son ajenas a nosotros, no pertenecemos a la gran comunidad que las experimentó, sin embargo, los cristianos sabemos que el Dios de Israel es el mismo Dios amoroso de Jesús.
Jesús es la lente desde la cual todo se interpreta. No se trata sólo de una mera actualización sino de una nueva forma de mirar al Dios que se revela.
Este pasaje es una invitación a experimentar tu vida en relación con todo el pueblo de la Biblia, para descubrir que la fuerza que actuó en ellos es la misma fuerza que alienta nuestra vida en la Iglesia.
La ley y los profetas (es decir el Antiguo Testamento) no se anularon, porque Dios estaba en ello, pero adquieren nueva forma, la forma del amor que Jesús nos muestra con su actuar y vivir.
Tal como lo enseña la Primera Lectura, los mandatos de Dios son justos porque proponen una comunidad justa y fraterna.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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