Is 1, 10. 16-20; Sal 49; Mt 23, 1-12.
Los fariseos dicen una cosa y hacen otra
Una de las grandes tentaciones de quienes participamos en la Iglesia es el sentirnos hechos de una vez y para siempre; y cuando creemos que nuestra experiencia de Dios está completa, podemos descuidar
nuestros deseos y pensar que solo nosotros bastamos. Hay muchas actitudes fariseas hoy en día y el mundo nos está exigiendo en cada momento que transparentemos el don de nuestra fe, pues solo la transparencia de nuestras vidas puede hacer resplandecer el mensaje de Jesús. La iglesia no es un lugar para aparentar, sino un espacio y una experiencia donde juntos recorremos el camino de la constante construcción de nuestras identidades.
Para lograr este deseo de plenitud, es necesario descubrir en nuestras prácticas aquello que no va de acuerdo con la fe que profesamos, pues si nosotros relativizamos nuestra coherencia y testimonio, estaremos invitando a otros a hacer lo mismo y seremos como esos guías “ciegos” a los que Jesús critica en este relato. Este evangelio nos puede ayudar a valorar cómo son las relaciones en nuestra comunidad; el clericalismo puede ser un nuevo modo de fariseísmo, de modo que es importante poner atención en ello.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Diác. Félix Armando González M. C.M.
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