“¿Para qué pide una señal esta generación?”
Sant 1,1-11; Sal 118; Mc 8, 11-13..
La historia de la humanidad se va fraguando a través de acontecimientos. Y son todos ellos señales que tienen un por qué y, vistos desde la fe, un para qué. Desde el Antiguo Testamento Dios ha invitado a su pueblo a aprender a ver en su propia historia, las señales de su presencia misteriosa y siempre amorosa. Dios se hace presente a cada hombre, a cada pueblo y al mundo a través de signos y acontecimientos. Solo hay que saberlos mirar desde la fe. Desde la mirada de Dios.
Nos toca vivir en un mundo y en una sociedad en la que todo se quiere ver y comprobar al instante, todo se quiere tocar, experimentar. Un mundo en el que solo se cree en lo que se ve, que ha perdido el valor y el sentido del misterio, del absoluto, del más allá.
Y Jesús nos hace una llamada a la fe. Nos invita a saber ver a través de los acontecimientos lo que está detrás de ellos para descubrir la voluntad de su Padre Dios.
Nos sucede muchas veces que con el paso del tiempo, las experiencias vividas en el pasado se vuelven mensajes claros del amor de Dios. Signos de su presencia. Por eso adoptemos la súplica que los apóstoles hicieron a Jesús: Señor aumenta nuestra fe, porque solo así, seremos capaces de descubrir tu presencia en los acontecimientos, en las personas y en la misma naturaleza.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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