“Lo que sale del hombre es lo que lo contamina”
1 Re 10,1-10; Sal 36; Mc 7, 14-23.
El centro de la persona humana es el corazón. Es allí donde brotan nuestras acciones y nuestros sentimientos, sean buenos o malos. Por eso la insistencia de Jesús por llevarnos y centrarnos en ver hacia dentro, hacia nuestro interior. Es el corazón el que hay que cuidar porque ahí está la fuente de toda bondad y de toda maldad.
En el evangelio de hoy Jesús continúa insistiendo en lo que es verdaderamente importante para la vida del hombre. Lo exterior es importante, pero lo es más el interior. Jesús con sencillez clarifica que: “nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Y lo explica con detalle: “del corazón del hombre salen los pensamientos perversos, robos, homicidios, adulterios, codicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad…”. Esto es lo que nos contamina.
Así pues, la realización del bien o del mal se engendra en el corazón ¿Qué es lo que sale de nosotros? No busquemos disculpas ni nos auto~engañemos afirmando que lo que nos viene de fuera nos hace tener actitudes que no deseamos, que somos víctimas de situaciones o actitudes de otros. Dios creó todas las cosas buenas, es el corazón y las acciones nuestras lo que hace que algo sea bueno o malo a los ojos de Dios. Lo que nos hace puros es el amor, la justicia, la misericordia y el servicio a los demás.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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