“Quien quiera seguirme niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”
2Cor 4, 7-15 Sal 123; Lc 9, 23-26. 5
Hoy en México celebramos a san Felipe de Jesús, primer mártir mexicano. Siendo joven entró al noviciado franciscano, el cual abandonó. Su padre lo envió a Manila en Filipinas, para que se dedicara al comercio. Allí encontró una vida mundana que lo deslumbró, sin embargo al poco tiempo reconsideró su vocación (sus amigos lo abandonaron al quedarse sin dinero) y regresó con los franciscanos de Manila.
Volviendo a México, una tormenta desvió el barco hacia Japón, ahí junto con otros compañeros religiosos, fue hecho prisionero a causa de su fe, martirizado y finalmente colgado en una cruz. En su agonía repetía estas palabras: Jesús, Jesús, Jesús… Viendo que se ahogaba debido a la argolla en que se encontraba prisionero su cuello, los soldados lo atravesaron con dos lanzas en los costados, de las cuales una atravesó su corazón. Murió mártir el 5 de febrero de 1597.
Dios tiene sus caminos para llevarnos a la santidad. Nuestra repuesta puede ser generosa y sin reservas, puede ser vaga o puede ser negativa. Todos estamos llamados a ser santos. No tengas miedo, la santidad te hace más humano y más feliz. Existe una sola tristeza, la de no ser santo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Benjamín Romo cm
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