“Vayan por el mundo y proclamen la Buena Noticia”
Hch 9, 1-22; Sal 116; Mc 16, 15-18.
A punto de ascender al cielo, Jesús les hace un último encargo, importante, a sus discípulos: Lleven el Evangelio al mundo entero. Ellos entendieron que esa era su misión fundamental y se fueron a cumplirla.
Pero el cumplimiento de este mandato de Jesús comenzó a hacerse realmente posible a partir de San Pablo. Por ello es importante el acontecimiento que hoy celebra la Iglesia. La conversión de San Pablo fue su primer encuentro con el Cristo vivo, resucitado, que lo llama a pasarse al camino luminoso de la historia y de la vida. Y Pablo, en lugar de seguir combatiendo el evangelio, se convertirá en uno de sus más fieles anunciadores. Ese encuentro con Cristo que lo ciega de tanta luz, trastoca los fundamentos de su existencia y los objetivos de su vida. Pablo entiende que ha sido llamado para una misión específica: ir a todo el mundo conocidode entonces acompartirsuexperienciade Jesús y a formar comunidades en torno a Jesucristo. Ya no descansará, no tendrá otra meta. “Anunciar el evangelio no es para mí motivo de orgullo, sino una obligación a la que no puedo renunciar. ¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!” (1 Cor, 9, 16). ¡Ay de nosotros si no evangelizamos!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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