Fronteras que se han de abrir

por | Dic 31, 2019 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el Salvador, a quien Dios ha presentado ante todos los pueblos. Él abre fronteras: entre Dios y los hombres; entre nosotros y los demás.

El Verbo se ha hecho carne mediante la maternidad de María. Y así siendo Dios y hombre de manera única, Jesús se hace el solo mediador entre Dios y los hombres. Él es, pues, el único pontífice, constructor de puente, el puente mismo. Pues por él, se hace posible cruzar desde nuestro lado hacia el lado de Dios o desde el lado de Dios hacia nuestro lado. Así pues, el abismo inmenso entre Dios y nosotros no se cuenta entre las fronteras divisorias.

No, Jesús no construye muros que apartan ni establece fronteras que dividen. No promueve la división ni el enajenamiento, sino la comunión y el cariño. Y si la separación de Dios significa perdición, entonces la salvación está en la comunión (véase CIC 760, 761).

Se salvan, pues, los que cruzan fronteras por medio de Jesús. Por medio de él, se acercan al Padre en un mismo Espíritu (Ef 2, 14-19). Su paz es Cristo; él derriba el muro, las fronteras, de enemistad entre los judíos y los gentiles.

En Cristo, de verdad, ya no son extranjeros ni forasteros, sino ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de su familia, coherederos, partícipes de la promesa. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, pues todos son uno en Cristo (Gál 3, 28). Se hace, entonces, realidad Sal 87, 4-5: «Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí. Se dirá de Sión: “Uno por uno todos han nacido en ella”».

Por tanto, se nos pregunta a nosotros: ¿Manifiesta nuestra vida que todo esto es verdad? ¿Estamos nosotros en Cristo realmente? ¿O acaso promovemos nosotros fronteras divisorias?

Señor Jesús, haz que estemos radiantes viendo tu manifestación a las naciones, para que nada de fronteras nos detenga. Nos acerquemos, más bien, a otros pueblos, yendo, no a un solo lugar, sino por toda la tierra (SV.ES XI:553). Que también nuestra escucha de la palabra de Dios sea como la de tu madre. Y concédenos señalar y realizar en la fracción del pan nuestra comunión. Haz que seamos como tú, acogiendo siempre a los que no tienen protector, sin dejar jamás que ellos pasen hambre. Y provocando bendiciones más que maldiciones.

1 Enero 2020
Santa María, Madre de Dios
Núm 6, 22-27; Gál 4, 4-7; Lc 2, 16-21

5 Enero 2020
Epifanía del Señor (A)
Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3a. 5-6; Mt 2, 1-12

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