Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer
Núm 6, 22-27; Sal 66; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21
Iniciamos este nuevo año de la mano de María. Por un momento la Iglesia nos invita a que movamos un poquito los reflectores que están enfocados en el pesebre de Belén y los dirijamos a la madre del hermoso niño que duerme en él.
¿Quién es la mamá de este niño que tanto nos alegra y llena de asombro?
Es María, ¿la recuerdan? La jovencita de Nazaret que, tras la invitación del ángel y su acogedora respuesta (Yo soy la esclava del Señor…) se vio envuelta en este tremendo misterio de la Encarnación, misterio de cercanía, de iluminación, de futuro para el hombre.
Mírala por un momento. Está feliz como nadie puede estarlo. Un poco preocupada, también (¿qué se hace cuando uno acaba de dar a luz al que es Luz de las naciones?). Mírala por un momento y llénate con ella de gozo.
Tómala de la mano y pídele que te lleve a comprender la hermosura y la riqueza del misterio del Verbo hecho carne, del Dios-con-nosotros.
Agradécele su participación en este misterio y pídele que te ayude a conseguir de Dios la disponibilidad, la confianza plena y la humildad de María, la Madre de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
P. Silviano Calderón cm
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