El que hace la voluntad del Padre vive eternamente.
1Jn 2, 12-17; Sal 95; Lc 2, 36-40.
El texto que la Iglesia nos propone para celebrar a San Juan apóstol y evangelista, a quien celebramos hoy, es un pasaje pascual. Una escena con rasgos que evocan también una estampa navideña y revelan algo superior conectando los misterios de nuestra fe cuyo centro es Jesús.
María Magdalena creía en Jesús, lo busca en medio de la oscuridad, está en vela pero no lo encuentra, alguien se lo había llevado. María corre y anuncia lo sucedido. Simón Pedro y el discípulo al que Jesús quería corren a verificar lo que han escuchado. Hay cierta prisa ¿Por qué corren?
¿Qué les apremia? ¿El temor? ¿La esperanza? ¿Qué nos hace correr a nosotros? El sepulcro ya no tenía la piedra que lo sellaba. Llegan con diferente ritmo; uno se asoma, se inclina para ver y otro entra. Las vendas y el lienzo que envolvían el cuerpo del crucificado seguían allí. Ver a Jesús y dejarse mirar por él; creer en Jesús y entender su mensaje lleva tiempo.
La Navidad es una clave para profundizar la Resurrección y, a su vez, la Resurrección nos hace comprender la Navidad. Que nos apremie llenarnos del amor y del conocimiento interno de Jesús. Pidamos la gracia de ver y de creer.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Alicia Margarita Cortés H.C.
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