Esperanza de las naciones, ven a salvarnos.
Mal 3, 1-4. 23-24; Sal 24; Lc 1, 57-66.
Hay más de 500 años entre la profecía de Malaquías y la narración del nacimiento de Juan. Para Dios un evento histórico interactúa con otro gracias a su misericordia y amor infinitos. Él es el dueño del tiempo.
El texto del Evangelio nos dice que Zacarías seguía mudo cuando nació su hijo, podemos imaginar que Zacarías se dio habilidad para compartir con su esposa la visión que tuvo en el templo con el anuncio del ángel Gabriel y cuál sería el nombre del niño. Se cumplió el tiempo y nació Juan, se cumplió el tiempo y lo circuncidaron; se cumplió el tiempo y Zacarías recuperó el habla. Durante nueve meses fue creciendo en Isabel su alegría y esperanza por el favor que Dios la había concedido. Mientras tanto, Zacarías, sumergido en el silencio del misterio, experimentó ser visitado por Dios al permitirle ser padre.
Tiempo de gestar lo humano: Isabel al precursor, Zacarías un cántico que como incienso sería ofrenda y profecía, anunciando el plan de Dios para su pueblo; un pueblo representado en ese pequeño milagro que por fin mecía en sus brazos. Ese niño anunciaba que la plenitud de los tiempos estaba a la puerta.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Alicia Margarita Cortés H.C.
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