Mis ojos están fijos en el Señor.
Núm. 24, 2-7. 15-17; Sal 24; Mt 21, 23-27.
Contemplar. Esta es la invitación de hoy en la Palabra de Dios. Estamos acostumbrados a realizar la rutina de cada día casi sin darnos cuenta. Vamos dejando de lado la novedad que guardan las actividades cotidianas: Encontrarnos en familia, con los compañeros de trabajo, en el grupo, la gente con la que coincidimos al ir o regresar; respirar, escuchar, sentir, pensar, rezar… Démonos unos minutos en silencio para recordar lo vivido en este día.
El camino a la Navidad nos pide liberarnos del automatismo, del costumbrismo. Podemos elegir una espiritualidad de ojos abiertos o vivir despersonalizados buscando respuestas con ganas de no encontrarlas. Parecernos a Balaán, que contempló con ojos abiertos y escuchó la palabra del Señor, o parecernos a los jefes de los sacerdotes en tiempo de Jesús, que teniendo ojos no lo vieron, teniendo oídos no lo escucharon.
Contemplar es mirar desde dentro y también mirar más allá de la superficie, es estar presente y dejarse sorprender por las otras presencias. Contemplar es escuchar, captar lo que sucede fuera y también lo que sucede dentro, sin juicios ni sobreesfuerzos, sin pretensiones. Es la hospitalidad del alma.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Alicia Margarita Cortés H.C.
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