Cada 10 de diciembre, las Naciones Unidas celebran el Día Internacional de los Derechos Humanos para hacer memoria cada año de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948. La adopción de este documento ha sido fundamental para proclamar globalmente los derechos inalienables de todo ser humano de nuestro planeta. Los derechos humanos trascienden todos aquellos aspectos que determinan la identidad original de cada persona y que, por diversos motivos, son una fuente inagotable de división y un motivo permanente de discriminación de las personas: raza, color, religión, sexo, lenguaje, opinión, origen, propiedad, nacimiento, etc. Dado que se trata de los aspectos fundamentales de la vida y de la identidad, es sorprendente constatar que estos aspectos son, al mismo tiempo, la causa de la discriminación y de la alienación de las personas.

El texto de los derechos humanos es el documento más traducido del mundo.

Desafortunadamente, los derechos humanos, descritos detalladamente en esta declaración, no se respetan por igual en el mundo. Son las poblaciones mas pobres, las minorías, los grupos mas vulnerables los que frecuentemente sufren mas por la violación sistemática de sus derechos. Por lo tanto, es de suma importancia, en nuestro ministerio al lado de los pobres, recordar el contenido y las implicaciones concretas de la declaración universal de los derechos humanos.

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue escrita para toda la humanidad, y por eso nadie, por ningún motivo, puede ser excluido de su contenido. La violación de estos derechos en alguna parte de la tierra a cualquier grupo o persona es una violación contra toda la humanidad. Sólo si tomamos este documento en serio, este mundo experimentará valores universalmente compartidos, dignidad y justicia. Además, según el papa Francisco, el desarrollo sostenible va de la mano con la Declaración Universal de Derechos Humanos… No es sostenible un desarrollo que ignore o menoscabe los derechos inalienables de las personas.  a insostenibilidad de nuestra historia casi siempre esta relacionada con la violación de los derechos de las personas y hoy también los derechos de la tierra. A pesar de que a menudo no somos conscientes de ello, esa violación nos pone a todos en mayor riesgo.

Obviamente, las personas de los países ámas desarrollados experimentan esa realidad menos que los países del cuarto o quinto mundo. Sin embargo, a pesar de que no experimentamos las consecuencias inmediata o directamente, no implica que la violación de estos derechos y sus implicaciones a largo plazo sean menos graves. Es nuestra responsabilidad/posibilidad incluir en nuestro ministerio la defensa, promoción y el cuidado de estos derechos comunes, y de vivir y compartir la Declaración de Derechos Humanos siempre que podamos. Nos guste o no, todos somos parte de una sola humanidad que es UNA gran comunidad. Tenemos que empezar a actuar en nombre de nuestra comunidad y ayudar a aquellos que están necesitados entre nosotros. ¿Cómo lo haremos? ¿Seremos capaces de ampliar nuestro sentido de pertenencia desde el sentido profundo de esta declaración?

«¿Dónde, después de todo, comienzan los derechos humanos universales? En lugares pequeños, cerca de casa, tan cerca y tan pequeños que no se pueden ver en ningún mapa del mundo. […] A menos que estos derechos tengan significado real allí —en casa—, no tendrán significado en otras partes. Sin una acción ciudadana concertada para mantener estos derechos cerca de casa, buscaremos en vano su progreso en el mundo global».

Esta hermosa cita de Eleonor Roosevelt describe muy bien dónde comienzan los derechos humanos universales, pero también dónde terminan. Si nosotros, como individuos, no defendemos los derechos humanos en nuestra vida, si no los incorporamos en nuestro estilo de vida, le fallamos al resto del mundo, a nuestra comunidad humana. La humanidad está llamada a defender las normas básicas de convivencia, la igualdad en dignidad y el valor de todas las personas es la norma central de toda norma. Totalmente conscientes de que esta no es la realidad en este momento, tenemos que seguir esforzándonos y persiguiendo la plena implementación de esos derechos en todo el planeta. Sólo si los Derechos Humanos se aplican plenamente la humanidad experimentará una paz duradera y un desarrollo sostenible.

Por último, es crucial que los más privilegiados entre nosotros, aquellos que disfrutan de sus derechos humanos todos los días, defiendan a los que discriminados/perseguidos cuando tratan de ejercer sus derechos. Es nuestra responsabilidad y privilegio demandar a nuestros gobiernos la igualdad, la justicia y la libertad para que los derechos humanos universales se ejerzan universalmente y sin castigos o represalias. No es culpa de quienes intentan ejercer sus derechos humanos ser restringidos a este respecto. El problema de fondo es la indiferencia o la negligencia de aquellos que disfrutamos de los derechos humanos cada día y que no estamos dispuestos a defender y promover los derechos de los grupos menos favorecidos.

El 10 de diciembre se celebrará anualmente el Día Internacional de los Derechos Humanos. Mirando hacia atrás en el progreso que se ha hecho, definitivamente vale la pena una celebración. Sin embargo, una de las principales razones para esta celebración es recordarnos a nosotros mismos que todavía no estamos plenamente allí y que tenemos que seguir persiguiendo ese aspecto tan fundamental de la humanidad: todo ser humano merece ser tratado con dignidad, igualdad y libertad. ¡Sólo hay una Declaración Universal de Derechos Humanos… esta declaración pertenece y debe ser ejercida por toda la humanidad!

Lukas Wenninger,
Estudiante graduado de la Universidad de Niágara
Oficina de la Congregación de la Misión ante la ONU