Jesús ha venido a servir y dar su vida en rescate por todos. Los suyos saben discernir y acoger la realeza cristiana.
El letrero sobre la cruz proclama a Jesús rey de los judíos. Y es verdad: él es rey de los judíos y del universo. Pero, ¿quién podría discernir la realeza de un crucificado?
Discernir realeza alguna en el que cuelga de la cruz es algo que les resulta inimaginable a los magistrados. Para ellos, el letrero solo sirve para especificar la acusación contra Jesús. A éste, de hecho, lo consideran un impostor. Por eso, le hacen muecas, pidiendo que demuestre él su poder, salvándose a sí mismo.
También se burlan de Jesús los soldados y uno de los malhechores crucificados. Lo hacen casi de la misma forma que los magistrados. Lo que ellos tienen en común es la razón por la que les cuesta discernir que Jesús es rey.
Es el parecer común de ellos, sí, que rey significa poder. Por tanto, no pueden tomar por rey a un crucificado, desvalido, indefenso.
Es, por supuesto, el parecer popular. Pues sabe la gente «que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen» (véase Mc 10, 42-45). Pero el parecer popular no debe ser el parecer cristiano. Según Jesús, el que quiera ser grande entre los suyos, que sea servidor de ellos, y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Y esa enseñanza la ejemplifica Jesús de manera absoluta en la cruz. Su crucifixión da prueba incuestionable de que él ha venido a servir y dar su vida por los demás. Es rey porque no puede salvarse a sí mismo.
Discernir la realeza de Cristo supone pobreza, compasión, denuncia de las injusticias.
El otro malhechor crucificado se reconoce pobre y en la misma situación que Jesús. Protesta también contra la condena injusta a la que está sometido el que no ha hecho nada malo. Y a este otro malhechor se le concede llegar al reino. Así sirve él de modelo para quienes buscan discernir y acoger la realeza del Crucificado.
Y discernir que Jesús es rey y acoger su reino, esto no significa pasividad. Esto nos insta, más bien, según J.A. Pagola, a «introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento». Pero si perseveramos con Jesús en las pruebas, también reinaremos con él (2 Tim 2, 12).
Señor Jesús, no nos permitas opinar como el que dice que para mantenar la autoridad, hay que hacer ver que uno es el superior (SV.ES XI:238). Y haz que, logrando discernir tu cuerpo en los pobres que son hueso nuestro y carne nuestra, comamos y bebamos a tu mesa en tu reino, y participemos de tu plenitud.
24 Noviembre 2019
34º Domingo de T.O. (C) – Jesucristo, Rey del Universo
2 Sam 5, 1-3; Col 1, 12-20; Lc 23, 35-43
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