Vencedores por aquel que nos ama

por | Nov 14, 2019 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

En Cristo Jesús se manifiesta plenamente el amor de Dios. Y como nadie, nada, en absoluto podrá apartarnos de ese amor, más que vencedores somos.

Ante la realidad o la posibilidad de desastres naturales y disturbios sociales, ¿no nos preguntamos si nos salvaríamos? ¿Si ganaríamos nuestras almas y seríamos vencedores? Y, ¿no se nos ocurre también que quizás ya se estén cumpliendo las palabras de Jesús en el Evangelio de hoy?

Si esto nos atemoriza, entonces fácilmente podremos caer presas de las sectas obsesionadas por el fin del mundo. Pero nos manda Jesús no ir tras los con pretensiones de superioridad moral que dicen: «Está llegando el tiempo».

Jesús, además, nos exhorta a no tener pánico. Incluso sus palabras de advertencia son espíritu y vida (Jn 6, 63), infundiendo no cobardía sino valentía (véase 2 Tim 1, 7). Forman parte, sí, de la Buena Nueva.

Así que es buena noticia la predicción de Jesús sobre la destrucción. Pues se nos indica que él ama a su pueblo. Tanto que llora por su pueblo y por Jerusalén, con su templo que forma gran parte de la conciencia judía.

Desea Jesús la verdadera paz para los judíos. Por eso, dando plenitud a la profecía de Jeremías (7, 2-7), les dice que no se engañen a sí mismos. No han de poner la confianza en algo del que nada quedará un día. En otras palabras, tiene que desaparecer su falso sentido de seguridad. Significa esto que, entre otras cosas, el culto del templo debe ceder el paso al culto en Espíritu y verdad. Y tal culto supone hacer justicia y cuidar a los pobres (Is 58, 6-7).

Seremos vencedores aferrándonos a Jesús con perseverancia.

La destrucción de muchos elementos de nuestro «templo» molesta a muchos de nosotros que nos criamos en países cristianos. Las misas solemnes y no solemnes en latín. Vasos de oro, vestiduras de seda, ritos elaborados. El control y la influencia que ejerce la Iglesia en la sociedad.

Todo esto es buena noticia asimismo: podemos volver a lo fundamental. A la perseverancia en la enseñanza de los apóstoles. A formar una comunidad de creyentes con un solo corazón y una sola alma, donde no hay ningún pobre. Donde todos los días constituyen Jornada Mundial de los Pobres. A la perseverancia en la fracción del pan y en las oraciones. Podremos ser de nuevo la Iglesia de los pobres, aferrada a Jesús sobre todo y guardando la verdadera religión (SV.ES XI:120) y honrándole en la persona de los pobres (san Juan Crisóstomo).

Son buena noticia además las persecuciones, los encarcelamientos, las pruebas y los odios por causa del nombre de Jesús. Y también los cansancios y las fatigas. Todo esto nos servirá de ocasión para dar testimonio de él, contentos nosotros por sufrir por su nombre.

Señor Jesús, que seas de verdad nuestro templo. Y haz de nosotros tu sacramento, la casa de Dios y la puerta del cielo en la tierra. Así seremos vencedores.

17 Noviembre 2019
33º Domingo de T.O. (C)
Mal 3, 19-20a; 2 Tes 3, 7-12; Lc 21, 5-19

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