“Bendigamos al Señor a todas horas”
Sab 2, 23-3, 9; Sal 33; Lc 17, 7-10.
Nos puede causar extrañeza que a la petición de “auméntanos la fe”, Jesús responde con esta historia que es un llamado a la humildad, a considerarnos siervos inútiles, a que no nos jactemos ni nos gloriemos por haber servido bien, porque sólo hemos hecho lo que debíamos hacer. Es aquello de San Pablo: “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si o has recibido, ¿por qué te sientes orgulloso como si no lo hubieras recibido?” Aquí hay un duro remedio para nuestra soberbia.
Llegará el momento en que sí nos sentaremos a comer en el Reino, donde el Señor mismo se ceñirá, nos pondrá a su mesa y nos servirá (Lc 12, 37).
La fe no busca cosas exteriores sino que se esfuerza por ser útil sirviendo a los hermanos desde la perspectiva del Reino. Una fe humilde es auténtica y una fe auténtica puede hacer cosas extraordinarias.
No nos contentemos con saber esta verdad, sino empeñémonos en vivirla. Siempre nos vendrá bien buscar dar respuesta a aquella pregunta de San Vicente de Paúl: ¿Es esto conforme con las máximas del Hijo de Dios?”
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Sor Carolina Flores H.C.
0 comentarios