“Dichosos los que escuchan la Palabra”
Jl 4, 12-21; Sal 96; Lc 11, 27-28.
La verdadera dicha de María no consiste en aquello que grita la mujer. Ciertamente que ser la madre de Jesús debe ser una felicidad divina, sin embargo, hay algo más importante: escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios.
Con la respuesta de Jesús, se extiende a los fieles el regalo que Isabel había pronunciado a María: “dichosa tú que has creído” (Lc 1, 45).
La verdadera dicha es Jesús: Él es el verbo eterno del Padre, Él es la Palabra hecha carne, Él se hace Palabra en el anuncio para encarnarse en todos los que lo reciben.
María fue la primera que escuchó y dijo “aquí está la sierva del Señor” (Lc 1, 35). Su primera maternidad, antes que la del vientre, fue en sus oídos y en su corazón. Ella obedeció y por eso llegó a ser madre. Así, su verdadera dicha es haber recibido la semilla de la Palabra.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo Hernández C.M.
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