Procedo de una familia cristiana, donde Dios siempre ha sido el primero. La oración ha sido un apoyo en mi vida, porque creo en el poder de la oración y en la acción de Dios. Mi párroco, salesiano, P. Armando Silva, jugó un papel importante en mis decisiones y elección vocacional. En los grupos parroquiales, junto con un joven colaborador salesiano en Cascais íbamos a las casas prefabricadas para hablar a las familias e involucrarlas en nuestra dinámica. Además, les pedíamos si podíamos poder animar a sus hijos en diversas actividades, lo que, al mismo tiempo, despertaba en nosotros la importancia de la oración y de la entrega a los demás. Empecé a hacer visitas a domicilio y de seguimiento. Esto despertó en mí el deseo de entregarme al prójimo, pero no sabía cómo hacerlo. Dado que nada en la vida es casual, a través del libro Ven y ve, fijé mis ojos en la compañía de las Hijas de la Caridad, despertando mi curiosidad por el carisma donde encajaban toda la diversidad de profesiones. Entré para ver cómo vivían y qué hacían. Me presentaron a San Vicente de Paúl y su camino de santidad, y a Santa Luisa, mujer sufriente, pero muy mística y cariñosa.
En la etapa del postulantado tuve experiencias con diferentes personas y formas de servir a los pobres: bebés, niños, personas con discapacidades profundas, ancianos, niños y jóvenes en riesgo, personas vulnerables que necesitan sentirse amadas y escuchadas. Con los ojos fijos en Jesucristo, aprendí el significado de entregarme y descubrí que a través de la amabilidad, la mansedumbre, el respeto y el compartir la cruz de los demás a través de la empatía y la atención es como descubro a Cristo en los pobres que somos todos nosotros.
Sor Dora do Anjo Marqués Zambujo;
Província de Portugal
Fuente: http://filles-de-la-charite.org/
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