Ser vicentino es mucho más que un voluntariado: es una vocación. Es un propósito en la vida. Puedo afirmar que, para muchas personas, es lo que da sentido y razones para vivir. Creemos que es una opción, pero para muchos es el destino.
En un mundo donde la ansiedad, la depresión y los vicios han tomado el control, donde las personas ni se miran, ni se abrazan ni se perciben, donde se genera mucha información a cada segundo, es bueno tener un refugio y algo que haga la vida más significativa, como es ayudar al prójimo.
Las familias se están desmoronando y la vida ha perdido su significado. Ser llamados por Dios para una causa tan noble, en la que Él nos exhorta a llevar la dignidad a otras familias mientras buscamos la propia santificación, es más que una alegría: es un amor que se desborda y que nada explica.
En este mundo caótico, conozco esta causa y este amor que siento; esta llama que está en mi corazón, que me hace vivir cada día, me da fuerza para luchar no sólo por el otro, sino por mí misma, que me hace sentir especial, me da otra familia cuando la mía es el caos, donde puedo encontrar a Dios cada día y tener la gracia de ser bendecida a través de los pobres, nuestros Maestros y Señores.
Puedo decir claramente que la Sociedad de San Vicente de Paúl no es sólo una entidad de promoción humana, que ha salvado mi vida, y puedo decir que, aunque todo me falte, seguiré siendo feliz si puedo ser vicentina.
Gracias a Dios, por todo lo que ha hecho por mí en esta, su gran obra. ¡Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo!
Autora: Amanda Dia Moreira
Coordinadora de la Comisión de la Juventud de CM Belo Horizonte
Fuente: http://www.ssvpbrasil.org.br/
No hay nada que llene más que servir a Dios en los pobres. Es la prueba más grande de amor a Dios en la vocación de darlo a conocer, amar y servir. Ave María y adelante
Totalmente de acuerdo. Servir al más necesitado es hacer acción el evangelio. Pasar de la teoría a la práctica. Si no es así, es como decimos en Colombia carreta barata, pura palabrería.