“Jesús tomó la firme determinación de ir a Jerusalén”
Zac 8, 20-23; Sal 86; Lc 9, 51-56.
En el evangelio se narra la decisión de Jesús de ir a Jerusalén. A partir de este momento Jesús emprenderá un viaje que Luca describirá en diez capítulos. Dicho viaje podemos entenderlo como una peregrinación que llevará a Jesús de vueta al Padre pues el destino final no es la muerte sino la resurrección.
La mayoría de las biblias traducen este texto como: “Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”. Sin embargo, tomando el texto griego, podemos traducir literalmente como “Jesús endureció su rostro” al momento que decidió ir a Jerusalén. Esto quiere decir que la opción que había tomado era firme e irrevocable. Endurece el rostro porque tiene fija la mirada en la meta, que es la cruz y por medio de la cual nos dará la salvación. Jesús va a entregarse por nosotros en obediencia al Padre. La dureza del rostro de Jesús es exactamente el polo opuesto a la dureza de nuestro corazón.
Y nosotros ¿nos entregamos a la voluntad del Padre con determinación absoluta?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo Hernández C.M.
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