Oración:
¡Oh Dios, padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida, danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad capaz de responder a los desafíos de hoy, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.
Dios te salve…. Gloria…
OCTAVO DÍA
Acoger a los migrantes
Signo: Un camino, varias imágenes de migrantes que se ponen en el camino, y una frase que diga: Todos somos ciudadanos del mundo.
Canción: Un amor ardiente a Jesucristo
Iluminación Bíblica: Levítico 19, 33-34
Cuando un forastero resida entre vosotros, en vuestra tierra, no lo oprimáis. Al forastero que reside entre vosotros lo miraréis como a uno de vuestro pueblo y lo amarás como a ti mismo, pues también fuisteis forasteros en la tierra de Egipto. Yo, Yahvé, vuestro Dios.
Palabra de Dios.
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
Los padres que están en Berbería, trabajan allí con muchas fatigas y tienen que sufrir en aquellos sitios muchas contrariedades, pero no dicen ni una palabra de ello…; sin embargo, tienen que padecer mucho, de los turcos y de los esclavos, visitan, atienden y mantienen a esos pobres prisioneros, corriendo de acá para allá; y no dicen una palabra de nada; al contrario, por sus cartas vemos que están contentos de sufrir y que piden todavía más y quieren más sufrimientos todavía. ¡Oh Salvador! Pidamos a Dios que dé este espíritu a todo el cuerpo y al corazón de la compañía. Es una gran bendición de Dios, que se digne servirse para ello de esta pequeña compañía, concediéndonos el honor de sufrir por él en algunos miembros de los nuestros. (XI A, pág. 188)
Reflexión:
Al volver sobre el texto del Levítico se descubre la experiencia de un Dios que establece como prescripción la acogida a los migrantes. Aquellos que no cuentan con la seguridad de la tierra que les permita pertenecer a algún lugar y que no tengan la certeza de una vida digna en un territorio, han de ser incluidos en la comunidad que proclama la fe en Yahvé.
Sólo alguien que ve el rostro sufriente de Cristo en el hombre migrante a causa de la injusticia y la opresión, y es capaz de conmoverse con su dolor y pasar inmediatamente a las acciones de curar, salvar, alimentar y escuchar; se convierte en un profeta del auténtico progreso cultural, que ve en el migrante una oportunidad para enriquecer su entorno.
San Vicente de Paúl se preocupó por enviar misioneros a atender las zonas devastadas por la guerra, atendían a los que sufren y no ahorraban fatigas para llevar el Evangelio a todas partes, muchos murieron en el camino hacía nuevas tierras, ellos, los padres y las hermanas, eran figura de los migrantes de hoy, eran muchas veces rechazados y padecía discriminación y persecución.
Preguntas:
• ¿Cómo ha sido tu actitud frente a los migrantes que residen en tu barrio?
• ¿Te has sentido forastero en alguna ocasión?
• ¿Qué acciones concretas puedes emprender para mitigar la xenofobia y los sentimientos de rechazo frente a los migrantes?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
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