Oración:
¡Oh Dios, padre amoroso! Que por tu gran bondad nos has llamado a ser Evangelizadores de los pobres, siguiendo los caminos de tu Hijo amado Jesucristo, ayúdanos con el ejemplo de San Vicente de Paúl, a ser diligentes y audaces ante las necesidades de nuestros hermanos, con un corazón sensible ante los sufrimientos. Concédenos por tu Espíritu Santo, ser capaces de anunciar, practicar y testimoniar el Reino de Dios en todos los lugares del mundo, para que ninguna periferia se prive del anuncio gozoso de la salvación.
Que al contemplar a tu Hijo hecho hombre podamos pasar de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía a la mesa de los pobres, para compartir con los demás el Pan de Vida, danos la capacidad de ser hombres y mujeres que encarnemos una verdadera espiritualidad capaz de responder a los desafíos de hoy, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padre Nuestro…
Oración a la Virgen:
(De los escritos de san Vicente de Paúl)
Santísima Virgen María ayúdanos a estar dispuestos a practicar las máximas evangélicas, te pedimos que llenemos de ellas nuestro espíritu, llenemos nuestro corazón de su amor y vivamos en consecuencia. Por tu intercesión ya que, mejor que ningún otro, penetraste el sentido de esas enseñanzas y las practicaste. Para esperar que, al vernos aquí en camino de vivir según estas máximas, nos serán favorables en el tiempo y en la eternidad. (cfr. XII, 114-129)
¡Oh, santísima Virgen, pide al Señor este favor, pídele una verdadera pureza para nosotros, para toda la familia vicentina! Esta es la súplica que te hacemos. (cfr. XI, 447-449). Amén.
Dios te salve…. Gloria…
Séptimo DÍA
Acoger a los ancianos
Signo: Un bastón, imágenes de varios abuelitos.
Canción: Amigo Vicente.
Iluminación Bíblica: Lucas 2, 25-32
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.»
Palabra del Señor.
Escuchemos a San Vicente de Paúl:
Todavía quiso dar una nueva ocupación a esas hijas, que es asistir a los pobres enfermos, a los pobres ancianos del Nombre de Jesús y a esas pobres gentes que han perdido la razón. Sí hermanas mías, es Dios mismo el que se ha querido servir de las Hijas de la Caridad para cuidar de esos pobres locos. ¡Qué dicha para todas vosotras! ¡Qué gran favor es, para todas las que están ocupadas en eso, tener un medio tan hermoso para hacer un servicio a Dios y a Nuestro Señor Jesucristo, su Hijo!
Es preciso que sepáis, hijas mías, que Nuestro Señor quiso experimentar en su propia persona todas las miserias imaginables. Nos dice expresamente la Escritura que quiso pasar por escándalo para los judíos y por locura para los gentiles, para señalaros que podéis servirle en todos los pobres afligidos. (IX B, pág. 750)
Reflexión:
Nuestra sociedad actual, padece de un desprecio por la vida, se busca controlar el nacimiento y también la muerte, se mira al hombre primero por su utilidad, y cuando ya no son útiles, entramos a confundirlo como un objeto más víctima de la cultura del descarte.
En el texto del Evangelio, encontramos un anciano a la puerta del templo, esperando la llegada del Mesías, su anuncio gozoso permite que los demás sean testigos de las grandezas de Dios en medio del pueblo y que el sencillo niño sea presentado como luz para los pueblos.
La Historia de San Vicente, también tiene un anciano muy particular, que, al ser confesado en su lecho de muerte, exclamó ¡estaba condenado sin esta confesión! El testimonio del moribundo alertó a la señora de Gondi de recurrir al buen padre Vicente para la Evangelización de los campos.
Los ancianos también fueron de especial predilección para el apostolado de San Vicente, tarea que le encomendó de manera particular a las Hijas de la Caridad, pero que hoy vemos que es un apostolado ampliamente difundido entre la Familia Vicentina que tiene numerosos asilos y lugares de reposo. No olvidemos ser atentos frente a los ancianos que están en nuestra comunidad o familia. Escucharlos y ser pacientes son las dos lecciones para la atención con ellos.
Preguntas:
• ¿Encuentro en mi comunidad abuelos que son desprotegidos?
• ¿Me preocupo por la salud física y psicológica de los abuelos que hay en mi familia o comunidad?
• ¿Qué gestos de acogida tengo con las personas de la tercera edad?
Gozos
“San Vicente de Paúl, enciende en nosotros el fuego de la caridad”
Fuego de la caridad, desde el campo a la ciudad,
como campesino o preceptor; de misionero a fundador.
La llama ardiente de tu celo, nos pone en la misión de quitar el velo
a los esclavos y a los afligidos, a quienes damos el Evangelio.
Tus hijos e hijas llevan con pasión tu heraldo,
en el firmamento luz ponderosa de tu amor nos guía
con la fuerza imperativa de amar sin miedo,
a quien sediento por la justicia corría.
En el horizonte nos invitas a fijar mirada,
amor efectivo reclaman los pobres;
que sea nuestra caridad inventiva y cimentada
para dar a Cristo en la tierra un mundo sin distinciones.
Padre de los pobres, predicador infatigable
del celo por las almas compártenos ejemplo;
para dar a los pobres testimonio fiable
que conduzcan al hombre a verdadero templo
¡El pueblo muere de hambre y se condena!
Urge llevar el pan con justicia,
que sólo por nuestro amor
los pobres nos perdonarán.
¡Oh Vicente de Paúl! Que no se halle en nosotros
un amor que sea subjetivo, ¡donativo debe ser!,
con el esfuerzo de nuestro brazos,
y en la frente el sudor, para dar a conocer al prójimo
el amor de nuestro Dios.
Misión y Caridad son las alas
que te llevaron al cielo,
a tu entrada, pobres y ricos te esperaban.
Gozosos tu hijos, mientras Cristo te coronaba
de laureles y santidad, padre y apóstol,
la Iglesia en ti se reflejaba.
Oración final al corazón de san Vicente de Paúl:
Oh Corazón de San Vicente que sacaste del Sagrado Corazón de Jesús, la caridad que tú derramaste sobre todas las miserias morales y físicas de su tiempo, alcánzanos de jamás dejar pasar a nuestro lado miseria alguna sin socorrerla.
Haz que nuestra caridad sea respetuosa, delicada, comprensiva, efectiva como fue la tuya. Pon en nuestros corazones una fe viva que nos haga descubrir a Cristo sufriente en nuestros hermanos desventurados.
Llénanos del celo ardiente, luminoso, generoso que jamás encuentre dificultad alguna en servirlos. Te lo pedimos, oh Corazón de Jesús por la intercesión de aquel, cuyo corazón no latía ni actuaba más que por impulso del tuyo. Amen
0 comentarios