“Alégrense conmigo porque encontré la oveja perdida”
Ex 32, 7-11. 13-14; Sal 50; 1 Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-32.
Una sociedad que convive con el sufrimiento, tiene cierta identificación con Cristo Crucificado y con la Virgen María en su advocación de la Dolorosa. La experiencia del dolor, también nos lleva a emprender un camino de conversión, vida nueva, que nos lleve a la glorificación de Dios, venciendo el sufrimiento.
Así le sucedió a Amada Rosa Pérez, católica, de origen colombiano, que siendo una modelo reconocida, gozaba de bienes y éxito, pero eso no le llenaba, ella quería encontrar la paz. Abusada sexualmente en su infancia y con una serie de comportamientos compulsivos como consecuencia del abuso, pasó por la experiencia de un aborto y un intento de suicidio que le llevaron nuevamente a acercarse a Dios. Sus medios fueron la oración en la Iglesia, el rezo del rosario, donde pudo descubrir que Dios no quería juzgarla, sino salvarla; y el sacramento de la reconciliación, en el que experimentó el perdón y la misericordia de Dios, que le llevaron a la conversión. Hoy es una mujer católica, defensora de la vida.
Señor, dame la gracia de la conversión, que pueda experimentar tu divina misericordia, para ser testigo de tu mensaje de salvación.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús Plascencia Casillas C.M.
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