«Dejen que los niños se acerquen a mí, pues de los que son como ellos es el reino de los cielos»
Jos 24, 14-29; Sal 15; Mt 19, 13-15.
Los niños, las mujeres, los pobres, los pecadores. Jesús se rodeó de gente “pequeña”, que valía poco en la sociedad de su tiempo. Esto le valió el desprecio y la enemistad con los maestros de la ley.
En este día, el evangelio coloca a los niños como modelo de vida en el seguimiento de Cristo. ¿Qué tienen (o tenían) de especial para que los colocara a ese nivel de aprecio?
Hacernos como niños tiene que ver con hacer expresa nuestra confianza en el Padre; para un niño el papá es el garante de la vida y su protector. El papá provee lo necesario para vivir, da seguridad saber que nos acompaña. La palabra del padre ayuda a constituir la propia.
El niño se hace a un lado para darle lugar al papá. Este inspira los grandes ideales que sumergen en la vida.
Hacernos como niños comporta darle lugar a nuestro Padre del cielo en nuestros sueños y anhelos. Y, esencialmente, es verlo como protector jamás como enemigo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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