«¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Jos 24, 1-13; Sal 135; Mt 19, 2-12.
¿Qué esperaban recibir por respuesta quienes le preguntaron tal cosa a Jesús? ¿Que les dijera que podían despedirla con total libertad?
Despedirla, como si fuera una cosa, apartarla de los planes futuros como si no tuviera importancia.
Quizá esperaban que, por el hecho de ser varones quienes preguntaban, Jesús tomaría partido a su favor. En cambio, su postura, recurriendo a la Escritura, deja en claro que no está permitido.
En el centro de esta pregunta se encuentran raíces hondas de inmadurez e irresponsabilidad para asumir las consecuencias de las decisiones tomadas. Raíces de machismo, de autoritarismo, de prepotencia.
Si las personas nos tratamos como desechables, tan fácil como poner y quitar a alguien, ¿cómo llegaremos a ser capaces de apreciar el tremendo valor de la persona humana y de su entorno: la naturaleza, el agua, los animales, y todo lo que comparte con nosotros el mundo? ¿Cómo construir el mundo como una familia de hermanos que viven en armonía entre ellos, con su Dios y con la creación?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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