«Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa»
Lv 23, 1. 4-11. 15-16. 27. 34-37; Sal 80; Mt 13, 54-58.
Le pasó a Jesús, el profeta del Reino: su voz no fue escuchada. Encontró tremenda resistencia entre los suyos quienes no estaban dispuestos a hacer un cambio profundo en su estilo de vida, en sus relaciones interpersonales, en sus opciones y preferencias.
No es muy diferente nuestro tiempo. Somos muchos los que no estamos dispuestos a dejar nuestras comodidades, aunque muchas de ellas dañan el planeta. Nos angustia la contaminación del aire, pero no cedemos a usar menos el vehículo. Nos duele saber de la pobreza de muchas personas en el mundo, pero este dolor no nos mueve a ser más sobrios en nuestro estilo de vida.
No nos faltan voces proféticas, hay muchos hombres y mujeres que trabajan haciendo un llamado a cuidar la vida de la que somos parte, no dueños.
Pero, igual que ayer, nos resistimos a escuchar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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