«El reino de los cielos se parece a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces…»
Ex 40, 16-21. 34-38; Sal 83; Mt 13, 47-53.
Los que se acercaban a escuchar a Jesús de Nazaret percibían de inmediato que su enseñanza era algo nuevo, que conectaba hondamente con la vida, con sus anhelos más profundos y sus esperanzas más altas.
Para hablarles del Reino de Dios usó imágenes del campo, la naturaleza y las circunstancias más próximas a cada uno de los oyentes.
¿Pero qué habría pasado si ese gran regalo de la creación hubiera estado en peligro de desaparecer como lo está ahora en nuestro tiempo?
Muchas voces se alzan para despertarnos: la casa común que Dios creo está en peligro, y no menos lo estamos quienes la habitamos.
En la imagen que usa Jesús, para hablar del Reino de Dios, toma los peces grandes y maduros, los que están listos. En cambio, deja ir a los pequeños, respeta su vida y su lugar en la creación.
El desequilibrio que hemos logrado en la naturaleza, tiene mucho que ver con no querer respetar el lugar de los otros seres vivos en esta casa que Dios nos ha dado.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Emmanuel Velázquez Mireles, C.M.
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