“Salió el sembrador a sembrar”
Ex 16, 1-5. 9-15; Sal 77; Mt 13, 1-9.
Hoy escuchamos la parábola del sembrador y la semilla que cae en diferentes terrenos. Somos esos terrenos donde el Señor deja caer la semilla de su palabra, de su amor. ¿Cómo es nuestro terreno?
¿Cómo recibimos la palabra del Señor? ¿La oímos, pero no la escuchamos?
Tal vez seamos tan indiferentes a su palabra, que la dejamos pasar por encima de nosotros y cae al suelo donde los pájaros se la comen u otras personas pisotean esta semilla que el Señor nos regala. Tal vez la recibimos, pero después de un rato se nos olvida, no la tomamos en serio y no dejamos que eche raíces y crezca.
¿Somos tierra buena donde la semilla da frutos?
¿Qué tan buena será la cosecha? ¿Daríamos sólo el 30%, el 60% o el 100% de rendimiento? Si nos conformamos con solo el 30% ¿estaremos conformes, cuando el Señor nos ha dado lo necesario para dar más?
Reflexionemos cuánto nos ha dado el Señor, cuántos dones tenemos. No seamos tacaños, demos buenos frutos, que la cosecha sea abundante en frutos de amor, justicia, bondad para todos.
“El Señor nos da el pan del cielo para fortalecernos y dar así abundante cosecha”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Corina Garza
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