Is 52, 13-53; 12; Sal 39; Lc 22, 14-20.
“Hagan esto en memoria Mía”
Cristo estaba alegre de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Sabe lo que esta Pascua significa, pero no teme, sino la desea; no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse, darles su adiós en el tiempo y dejarles un mensaje claro de amor. Al despedirse, Jesús promete su presencia viva, poniendo en manos de los doce al Espíritu Santo que hará realidad, para siempre, el misterio de la Eucaristía.
A nosotros también nos espera Cristo Jesús para compartir la mesa con nosotros. Nos reúne en ese misterio de amor que es la Eucaristía. Y si al reunirnos conél, yconlacomunidad, nuestros corazones se encuentran abiertos y deseosos de profundizar nuestra relación con el Señor, el Espíritu Santo trabajará en cada uno de nosotros, dándonos la fuerza para vivir como cristianos auténticos, ayudándonos a adquirir las virtudes necesarias para ello, y animándonos a trabajar por el Reino de Dios.
Todo eso puede ocurrir en ese misterio de cercanía y de amor que es la Eucaristía, en donde Jesús nos prepara la mesa y se ofrece él mismo como alimento de vida y de esperanza.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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