Nuestro espíritu vicenciano ha de impulsarnos a que nuestra fe sea profética y transformadora en este mundo tan contradictorio.

Con tantas tecnologías y tantos avances y, al mismo tiempo, con tantas desigualdades e injusticias, necesitamos hacer de nuestra fe una verdadera opción que transforme las vidas de los más necesitados.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través de la Secretaría para Asuntos Humanitarios, hizo una alerta y un llamamiento el año pasado: «El mundo se enfrenta a un estado de crisis humanitaria jamás visto desde el final de la segunda guerra mundial. En total, 128 millones de personas se ven afectadas por conflictos, desplazamientos, desastres naturales y profunda vulnerabilidad. La escala de la crisis hoy es la mayor que en cualquier otra época desde la creación de la ONU. En ningún momento del pasado reciente tantas personas han necesitado nuestra ayuda y solidaridad para sobrevivir».

Hay demasiadas formas de pobreza y exclusión persisten en el mundo «moderno». Nosotros, vicencianos, hemos de ser voz de los Pobres en estos momentos. Hay demasiados hermanos y hermanas, hechos a imagen y semejanza de Dios, viviendo en profunda vulnerabilidad y sufrimiento extremos. La Sociedad de San Vicente de Paúl debe buscar, en los tiempos actuales, ser la voz de los Pobres para el mundo y la voz de Dios para los Pobres. Por medio de nuestro testimonio, podremos luchar y colaborar para lograr un mundo más justo.

Necesitamos transformar nuestra Sociedad de San Vicente de Paúl en una verdadera red de caridad, ayudando de forma efectiva en la construcción de un mundo más justo y fraterno, haciendo que nuestra acción sea en oración, y que nuestra oración sea en acción para servir y amar a los Pobres en toda nuestra misión y servicio.

Consocio Carlos Henrique David – Kaike
Fuente: http://www.ssvpbrasil.org.br/