Hch 16, 22-34; Sal 138; Jn 16, 5-11.
“Si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito”
La tarea de anunciar el Reino de Dios no es Fácil. Muchos han sido causa de escándalo o de incomodidad para algunos; el mismo Cristo murió en una cruz de una forma injusta, porque con su palabra incomodaba a quienes detentaban el poder, porque los poderosos se sintieron amenazados.
La muerte de Jesús llenó de temor a los apóstoles, pues, si al Maestro le había sucedido tal cosa, seguramente ellos correrían con la misma suerte. Cuando Jesús se despide de ellos, la tristeza y el miedo invade su corazón. Sin embargo, anima a sus discípulos y les revela el motivo y la finalidad de su partida: “me voy para poder enviarles al Paráclito”. “Paráclito” es una palabra griega muy hermosa que significa “uno que está llamado para estar al lado de otro” para defender, para asesorar, para apoyar. Aquel que vendrá para juzgar al mundo por su pecado, por no creer en el amor, por condenar al justo a padecer una muerte injusta y dolorosa. El Paráclito se encargará de defender la causa divina, de dignificar a cuantos han sido juzgados bajo el régimen humano, por la causa del Reino de Dios, y a devolver la esperanza y la vida a cuantos viven bajo la opresión del poder inhumano y cruel.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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