Hch 7, 51–8, 1; Sal 30; Jn 6, 30-35.
“Ustedes siempre se resisten al Espíritu Santo”
La nueva comunidad cristiana, consolidada tras la muerte de Jesús, no tiene miedo de proclamar la divinidad de Jesús, incluso sabiendo que esta proclamación le costará la expulsión de las sinagogas y de la religión judía. Esteban, al igual que Jesús, presenta una ruptura con los judíos porque a éstos Dios les dio todo y no supieron reconocerlo. El mismo Jesús ofreció su vida, se entregó una y otra vez a los marginados, a los ciegos, a los pobres, a todos, y no supieron verlo.
Por su parte, los cristianos alzan su voz y proclaman que Jesús es el Señor. ¿Qué hace que un pequeño grupo de personas tenga el valor de gritar a los cuatro vientos algo que les costará la vida?
¿De dónde proviene toda esta confianza, esta seguridad y esta fuerza? Precisamente de la muerte de Jesús, porque él supo que su predicación lo conduciría irremediablemente a la muerte y aun así, continuó predicando, curando y ofreciendo palabras de vida.
Fue tan impactante la seguridad de Jesús, que sus discípulos decidieron continuar con su proyecto, aun después de verlo crucificado y muerto. Hay que tener mucho valor. Y mucha fe en la resurrección.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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