Hch 6, 8-15; Sal 118; Jn 6, 22-29.
“Crean en el que él ha enviado”
Siempre tenemos hambre de algo; deseamos encontrar la solución a nuestros problemas y la fórmula secreta de la felicidad. Anhelamos que algo o alguien sacie nuestra hambre y nuestra sed. No sólo Jesús ofrecía pan, también lo hacían los romanos bajo su lema “al pueblo pan y circo”. Por eso Jesús reclama: “me buscan no porque han visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse”. En otras palabras“se van con el mejor postor, con el que más le conviene a su estómago”.
Anunciar el evangelio en medio de un mar de ofertas para conseguir la felicidad, es algo muy difícil; el mensaje fácilmente se mezcla con los intereses de los predicadores. No obstante, el Reino de Dios se abre paso con mucho sigilo, mucha calma y mucho silencio, pero con una fuerza y seguridad indescriptibles. Esa fuerza nos puede ayudar a reconocer dónde podemos encontrar el verdadero alimento. Pero primero debemos creer en Él, teniendo confianza en su resurrección. Y creer en Jesús significa hacer todo lo que él hizo; incluso entregar la vida. Sólo así seremos capaces de rechazar las propuestas y los espejismos que engañan al hombre porque son ajenos al proyecto de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Seminaristas del Seminario Mayor Vicentino de Tlalpan, Cd. de México
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